Los puntos gatillo miofasciales (PGM), coloquialmente conocidos como «contracuras musculares», suponen un componente esencial de las extremadamente comunes disfunciones neuro-músculo-esqueléticas. Son zonas hiperirritables en músculos esqueléticos asociadas a nódulos palpables, que se ubican en una banda tensa muscular. Cuando hablamos de nódulo no nos referimos a una tumefacción de forma esférica siempre, sino que la mayor parte de las veces es una zona más voluminosa, dura y con mayor tensión que la propia banda tensa.
Pueden ocasionar dolor local, dolor referido (a distancia del lugar de la lesión o del propio músculo) y otros síntomas como alteraciones motoras y otras manifestaciones somatosensoriales como acúfenos, alteraciones en el equilibro, alteraciones de la sensibilidad, debilidad muscular… que se atribuyen al músculo y fascia que lo recubre.
En la gran mayoría de pacientes con dolor musculoesquelético debemos incluir su exploración y el tratamiento, tras la realización de una adecuada historia clínica, ya que en muchas ocasiones pueden estar contribuyendo significativamente a los síntomas del paciente. Pueden provocar también una alteración de la correcta movilidad articular, con lo que se deberá abordar el tratamiento sobre todas las estructuras implicadas. Para esto el fisioterapeuta mediante su valoración determinará las estructuras a tratar y la forma de tratamiento.
Existen diversas formas de tratamiento para los PGM entre las que se encuentran la liberación por presión, estiramiento analítico, estiramiento manual de las bandas tensas si son acesibles, spray de frío y estiramiento… siendo especialmente efectiva la punción seca (+info).
Además se deberán identificar y corregir aquellos múltiples factores capaces de perpetuar los PGM y las disfunciones asociadas.